Hoy toca historias de dados. Game cubes! Los alumn@s estaban un poco «enfadados»: «Con esto no se puede hacer una historia…» «¡Vaya mierda de dados…»
Entonces les he dicho: -¡Cada mesa que tire un dado! -Me ha costado hacerme oír, pero al final lo he conseguido.
-¡Un dado cada mesa! -y lo han hecho.
- Candado
- La muerte
- El rayo
- Prohibido
- Círculo de direcciones/Veleta
- Cocodrilo.
Y aquí les dejo mi pequeña historia con la que les he levantado el ánimo. Espero que os guste.
Cerrado. Cada mañana me acerco a este apartado lugar de la playa e intento sin éxito abrir el candado de este maldito cofre. Lo encontré hace algunos años. Seguramente la muerte se cebó con alguna tripulación incauta, tal vez una epidemia, o un naufragio, ¿quién sabe? Sin embargo, la madera ennegrecida sugiere una tormenta. Tal vez un rayo que surgió de la guerra de nubes impactó sobre el barco, quemando todo lo que pudiera quemar y dejando este cofre a la deriva.
Prohibido. Parece claro que este arcón, acaso lleno de tesoros, está prohibido para mí. De repente, la luz se hace en mi cerebro y provoca que me fije con atención en la cerradura: se trata de una pieza circular, de apenas unos centímetros de diámetro. De su centro, como si se tratara de radios de una rueda, surgen ocho flechas afiladas que marcan todas las direcciones.
¡Eso es! -me digo sorprendido-. ¡Las flechas!
Nervioso, palpo el astil de cada uno de los venablos y me doy cuenta de que se mueven. Los giro hasta que se detienen y un clic me avisa de que el cofre está abierto. Entonces abro la tapa del baúl y mis ojos se deslumbran con su contenido: un cocodrilo… ¡No! Un magnífico dragón oriental me ciega con su fulgor dorado. ¡Oro macizo, nada menos!
Relajo mi gesto en una expresión de alegría y vuelvo a cerrar el cofre. Hoy ha sido un buen día, no hay duda.