Esta manaña he entregado las notas. Esta mañana he cerrado el curso, el ciclo y una etapa muy interesante de mi vida. Con esta entrega de notas, mis estudiantes y yo abandonamos el colegio; ellos para iniciar su nueva etapa del instituto y yo para iniciar mis andanzas en un nuevo colegio con nuevos horizontes. Es tiempo de hacer balance.
Si es cierto que en ocasiones he sentido que no valía para esto, que era demasiado duro para mí o me sentía sobrepasado por las situaciones que vivía en clase, también es cierto que este fin de curso me ha demostrado no solo que he nacido para esto, sino que es un verdadero placer trabajar con estudiantes tan enormes y familias tan maravillosas.
En la ceremonia de graduación, me demostraron que habían aprendido todo aquello que yo intentaba inculcarles: trabajo en equipo, esfuerzo, autoestima… que habían aprendido a convivir entre ellos y que se habían divertido mucho en clase. Soy una persona fría, pero no pude por menos que emocionarme, dejando escapar, incluso, unas lagrimillas. Hoy, en la entrega de notas, he vuelto a sentirme privilegiado: por las magníficas personas que he tenido la suerte de guiar durante dos años en el colegio y por las magníficas familias que me han prestado su apoyo casi desde el primer momento y hoy me han regalado su reconocimiento y agradecimiento.
Soy feliz, ¡FELIZ! Con mayúsculas. Y el objetivo de esta entrada, de todas estas palabras que he escrito hoy, es expresar mi AGRADECIMIENTO.
¡GRACIAS A MIS NIÑOS Y NIÑAS DE 6ºC! Pero también mi agradecimiento y reconocimiento a sus familias.
Este curso estoy triste porque nos separamos, pero muy feliz porque ahora son niños y niñas más felices y más preparados para afrontar el futuro y el presente.
Hasta siempre.
El Legado del Hechicero 