¿Qué vas a hacer si no? Recuerdas a tu amigo Floren y lo que estaría diciendo en este momento: Deja a los p* virus y vámonos a casa. Sonríes, seguro que diría eso, pero iría contigo a investigar el contenedor.
—¡Vamos! —exclamas por fin—. Vamos antes de que me arrepienta.
El capitán Garrat sonríe con la mirada, que no con sus labios y comienza la marcha. Conforme avanza camino, parece que gana fuerzas y, a los pocos minutos, ya parece totalmente recuperado. No dejas de pensar que esto es una prueba, pero conforme pasa el tiempo, las cosas te parecen demasiado reales.
—No sabemos lo que vamos a encontrar —la voz del capitán se cuela entre la nebulosa de tus pensamientos. No sabes si ha dicho algo más, pero tu asientes, siguiéndole el juego—. Puede que sea un cargamento contaminado, algo en los conductos de ventilación de la nave o…
¡Uy, uy, uy! Esa “o” en el aire te ha hecho temer lo peor. Y Garrat ahí la deja. Parece que quiere que le preguntes.
—¡O qué! —chillas a punto de perder los nervios—. ¡Qué me voy a encontrar ahora?
O puede que haya una criatura extraterrestre que sea la causante de todo esto.
Por un momento te lo tomas en serio, pero luego recuerdas que el ordenador de abordo ha dicho que no había signos vitales en la estación.
—El ordenador ha dicho que no hay signos vitales en la estación.
—Los virus no son seres vivos —apunta el capitán—. Creo que hay algún tipo de organismo extraterrestre que nos ha infectado a todos y…
—¿Y piensas que hay un virus gigante, mandando nano virus para conquistar el mundo?
Casi te ríes, casi… porque el capitán Garrat está asintiendo a cada una de tus palabras.
—¡Venga! —insistes.
—¿Tan descabellado te parece? —Sí te lo parece. Claro que te lo parece. Un virus gigante conquistando el universo infectando…—. Una elfa, dama de dragón y conocedora de la magia del universo. ¿Sí?
Sigues pensando que es una locura, pero desde luego, una locura que podría tener sentido.
Los últimos metros del trayecto los hacéis en silencio. El descreimiento está dando paso a la sospecha, y ésta esta dejando su hueco para el miedo. ¡Por el Glaciar, que está harta de todo!
—Hemos llegado.
Efectivamente, habéis llegado. Estáis en frente a una puerta enorme en uno de los laterales de las dársenas.
STORE 01.
—Ordenador. Abrir —dice el capitán.
“Abriendo”
Las dos hojas de la puerta se deslizan hacia los lados sin hacer ruido, dejando a la vista un corredor de unos veinte metros con dos puertas a cada lado.
—Está en la puerta 2 —anuncia Garrat—. Dentro hay varios contenedores. El teniente Logan se las arregló para colocarlo en su lugar, no sé cómo, pero ahí está. ¿Entramos?