Estás sola. El capitán ha seguido tus instrucciones y ha salido como las balas para avisar a todo el que pueda. Estás frente al contenedor, esperando que lo que quiera que hay dentro lo haga saltar en pedazos y comience el baile. Estás preparada, física y mentalmente. Tienes tu magia, aunque tu poder no es ilimitado y tendrás que elegir muy bien qué hechizos usar antes de agotarte.
Repasas mentalmente todo lo que tienes: hechizo de rapidez, de fuerza, iluminación, inteligencia, tranquilidad, regeneración… No sabes lo que vas a encontrar, pero estás dispuesta a darlo todo.
El ruido de metal retorciéndose te saca de tus pensamientos y te hace mirar tu objetivo. El contenedor se está resquebrajando, comienzan las primeras roturas y, a través de ella, tu visión aumentada comienza a detectar los virus. Son cientos de millones de bolas feas con trompas por toda su superficie, minúsculas, ridículamente pequeñas que tu hechizo de visión verdadera te permite ver con todo detalle. En cuanto te detectan van hacia ti como un enjambre de mosquitos. Sin embargo, tu protección contra la enfermedad hace que resbalen sobre ti, revoloteando a tu alrededor sin hacerte daño. Bloqueas su percepción y te centras en lo que está a punto de salir.
Es tremendo. El contenedor termina de explotar, dejando al descubierto una criatura horrorosa. Una versión gigantesca, como un pequeño dragón dorado, de los microorganismos que te rodean. Te busca. Parece ser consciente de que sus pequeños soldados no pueden hacer nada contra ti, y se enfurece cuando los ve caer por no poder infectarte. De repente, todas sus trompas suenan a la vez, provocando una cacofonía disfónica que suena a cabreo del fuerte. Ahora levita, y comienza una lenta carrera hacia ti. Parece estar midiéndote, pensando la mejor forma de acabar contigo.
No sabes muy bien cómo hacerle frente. Le dijiste a Garrat que era un robot, pero no tienes muy claro que eso sea del todo cierto. Ahora que lo ves de cerca, parece un virus. ¿Cómo pudiste equivocarte aún con el hechizo activo? Tal vez, el contenedor…
El sonido insoportable vuelve a salir de sus trompas, atronando tus oídos y clavándote al sitio. Debes de estar dando una imagen patética. Pero, ¿qué puedes hacer?
Comienzas a moverte, haciendo que el engendro cambie de dirección, buscándote. Caminas en círculo a su alrededor, mientras piensas que puedes hacer. Parece que la fuerza física no te servirá en esta ocasión, pero no tienes una magia ofensiva que pueda derrotarlo con facilidad. Mientras caminas a en torno a él, vas observando el almacén: los extintores contra incendio y una boca de riego; los otros contenedores, perfectamente apilados, tal vez podrían servirte si almacenaran algo interesante; un panel de recarga de las carretillas mecánicas, electricidad, al fin y al cabo; y tus hechizos, seguro que alguno, combinado con cualquier cosa que haya por aquí debería darte, al menos, tiempo.
Ahora crees que es el momento de utilizar la rapidez. Te concentras brevemente y susurras la palabra mágica: quick.
Todo se ralentiza. Los nano virus estás casi parados; están muriendo. El engendro sin embargo no es tan lento. Has ganado velocidad, parece haberse dado cuenta de tu movimiento. Tienes un punto de ventaja, pero muy cortito. El bicho parece una caja de sorpresas.
Bien, ahora eres muy rápida, ¿qué vas a hacer con esa velocidad en los cinco minutos que tienes?