Como muchos sabéis, soy maestro. Es una de mis pasiones y hoy celebramos la fiesta de fin de curso. Después de la actuación que hemos hecho los alumnos de mi clase y yo, me esperaba la sorpresa más inesperada y agradable de mi vida. Y ahí entra en juego mi segunda pasión.
Los padres y madres de mi clase hoy me han sorprendido con un regalo, pero no con uno cualquiera, sino con uno que me ha tocado el corazón. Cada uno de ellos ha comprado uno de mis libros (Caballero de Dragón) de modo que esta tarde he tenido la mejor firma de ejemplares de mi vida. Son niños y niñas de 6 y 7 años, pero ya forman y formarán parte de mi vida para siempre. Ha sido un placer poder dedicarles unas palabras a cada uno de ellos para que, cuando sean mayores y yo lo sea aún más, se acuerden de aquel maestro loco que les daba clase a principio de la etapa de primaria.
Tenías razón, Carlos; esos preciosos bolígrafos eran solo una herramienta para lo que vino después. De todos modos, también me han encantado.
Hoy no puedo hacer otra cosa que agradecer a todos y cada uno de los padres y madres que me ha hecho feliz y a sus hijos e hijas -mis alumnos-, porque durante casi una hora he sido el ser vivo más feliz sobre la tierra. Aún ahora tengo esa sonrisilla de bobalicón en la cara. Gracias.
Os dejo unas fotos de la firma, porque hoy, verdaderamente, he sido un escritor importante.