¿Cuántos de vosotros sabría decirme lo que es un estoma? ¿Cuántos cómo se calcula el M.C.M o el M.C.D? ¿Cuántos podríais situarme el río Volga o los Cárpatos en una mapa? ¿Alguno de vosotros me puede decir qué es una paronimia o cuándo se acentúa un triptongo? Tal vez algunos podáis responder a todas, algunos unas pocas y, tal vez, alguno no pueda responder ninguna. Sin embargo, ¿habéis sobrevido a esta falta de conocimiento? Estoy completamente seguro de que la respuestas es un SÍ rotundo. Es más, en caso de necesidad, una búsqueda simple en google y… et voilá (aquí está, según lo que he buscado)
Y, ¿a cuento de qué viene todo esto? Si habéis leído el título, os habréis dado cuenta de que el qui de la cuestión está en lo mal que funciona nuestro sistema educativo. Estamos hartos de decirlo, pero no por mucho repetir, deja de ser cierto. Actualmente, la normativa educativa está diseñada, como hace cientos de años, para cargar de conocimientos (la mayoría de ellos innecesarios en la sociedad de la información en la que vivimos) al estudiante. Enseña a memorizar, a llenar el cerebro de información y a vomitar dicha información el día del examen.
Sin embargo, no toda la responsabilidad es de la administración. Las nuevas leyes educativas tienen sus lagunas, sus puntos negros y sus errores, pero es cierto que, poco a poco, han ido introduciendo conceptos y directrices que pretenden innovar pero que se quedan cortas o entran en conflicto con viejos modelos aún presentes en dichas leyes. Los docentes tenemos nuestra parte de responsabilidad en el asunto: nos aferramos a los viejos modelos, excusándonos en la excesiva burocratización de nuestro trabajo, entre otras razones. Y sin bien es cierto que existe dicha burocracia, también es cierto que gran parte de ella se debe a que los maestros no hemos cambiado el paradigma educativo para que podamos evitar duplicidades entre lo viejo y lo nuevo.
Además, no podemos sacar a las familias de esta ecuación. Es cierto que una gran parte de la sociedad está demandando un cambio en el sistema educativo, pero aún existe una porción muy extensa que considera que la educación debe basarse sólo en el esfuerzo (lo que ellos consideran esfuerzo) y en la memorización. Todavía se piensa que las matemáticas y la lengua son las asignaturas más importantes y que el resto… bueno, el resto está porque tiene que estar. Los deberes deben estar muy presentes y los exámenes no deben desaparecer. Y en estas estamos: el colegio no se parece en nada a la vida real.
Este es mi análisis de la situación, pero, ¿hay solución? La respuesta, una vez más, es un rotundo SÍ. Sin embargo, requiere que todas las partes implicadas se pongan de acuerdo en hacer algo juntos, algo diferente y efectivo que se centre en el sentido común, los nuevos conocimientos sobre educación y, por supuesto, poner por encima de todo el objetivo principal de la educación: la formación integral del estudiante.
¿Cuál es mi propuesta? Puedo hablar de la etapa de educación primaria que es la que mejor conozco y, de alguna manera, determina el inicio del sistema porque, aunque en la educación infantil también se pueden introducir mejoras, su premisa principal es que el niño aprenda jugando, que es la premisa que debería adoptar cualquier etapa educativa.
Dicho esto, repito, ¿cuál es mi propuesta? Creo que es sencilla de entender y no muy difícil de realizar. Me ceñiré, meramente a aspectos educativos. No hablaré de sueldos, horarios, gestión de recursos humanos… sólo a la forma de dar clase y a que contenidos enseñar:
Lo primero es suprimir las asignaturas. Sí, hablar de parcelas de conocimiento estancas sin relación entre ellas es algo sin sentido. Hay que trabajar por áreas y conectar las áreas entre sí mediante un proyecto educativo integrado y común para toda la etapa de primaria.
Lo segundo es eliminar los cursos. Sí, los niveles de edad deben desaparecer. ¿Acaso la edad física corresponde con la edad intelectual? ¿Acaso es necesario para aprender que todos los compañeros y compañeras de un estudiante sean de la misma edad? No. Los niveles de edad deben desaparecer. ¿Cómo agrupamos entonces a los estudiantes? Por sus intereses de aprendizaje, obviamente, y sus capacidades de aprendizaje. La lengua y las matemáticas debería ser transversales, así como un nivel elemental de otros idiomas como el inglés o el francés. También unos mínimos de educación física, música, arte… Pero en este nivel transversal sólo se aprendería a leer, a escribir, a hablar a escuchar: aprenderíamos a usar el idioma, no como ahora, que aprendemos tecnicidades y nos olvidamos de lo importante. Del mismo modo, en matemáticas aprenderíamos lo necesario: sumar, restar, multiplicar, dividir, cálculo mental básico y problemas cotidianos, poco más.
Alguno, al llegar aquí, estará pensando que estoy medio loco, pero creo que no he estado más cuerdo en mi vida. Continúo.
Lo tercero es crear centros de interés y capacidad. Esto es: arte, ciencias, geografía, historia, matemáticas, lenguaje, idiomas, educación física… (tanto esta sección como la anterior de asignaturas transversales, son dignas de detallar con mucho más detenimiento). La parte «dura» del currículum: lo que cada niño y cada niña elegiría para estudiar porque le gusta o porque se le da bien. Lo que realmente apatece, lo que hace feliz al estudiante. Al acabar la primaria, y después seguir con esta dinámica en el instituto, tendríamos personas realizadas, felices con unos conocimientos mínimos indispensables para vivir y con una especialización brutal y excelente en los campos donde se ha sentido feliz durante su etapa obligatoria.
En fin, como decía aquél: por soñar que no quede.
Yo lo veo tan claro…
Es difícil, no hay duda. Pero lo más difícil es querer llevarlo a cabo de verdad. Una vez la rueda empiece a moverse, la fuerza necesaria para que siga en movimiento será mucho menor. Pero mientras lo coseguimos o no, parece que estamos empujando un pared.
¿Alguien me ayuda?
Completamente de acuerdo. Cuando empezamos?¿
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Yo ya estoy en ello, y dispuesto estoy para quien necesite mi ayuda.
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Me encanta, yo ta he empezado la primera, la segunda (eliminar niveles) lo veo un trabajo muy duro ya que primero habría que concienciar a toda la comunidad educativa, pero lo veo muy necesario ya que en grupos por edat se hace más difícil trabajar que en grupos por nivel.
Ánimo
Yo también me apunto
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Es difícil, desde luego. Pero, si empujamos desde la base, tarde o temprano crearemos una corriente que hará que todo cambie.
Me alegro de que te haya gustado.
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