Es un hecho que los nuevos paradigmas en la educación están consiguiendo que cambie, poco a poco, la forma en la que los maestros enseñamos. El aprendizaje basado en números, el aprendizaje basado en juegos, las clases invertidas, la gamificación… y lo que más me gusta a mí, integrar todos estos modelos de enseñanza-aprendizaje en un proyecto integrado que englobe todas las asignaturas.
En este contexto, se presenta una pregunta incomoda, al menos, difícil de responder: ¿qué papel debe jugar el libro de texto hoy en día?
Siempre he pensando, en los últimos año más, que prefería un libro con texto en lugar de un libro de texto. Esto es, prefiero un libro que esté repleto de información, más o menos útil, que los estudiantes puedan usar para trabajar en clase. Lo que no quiero es (como la mayoría de libros que existen en el mercado) un libro que contenga paso a paso y que entregue a pequeños mordisquitos los contenidos que hay que aprender, dependiendo del nivel, como si los niños no pudieran hacerlo de otro modo.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Bueno, esta pregunta se puede responder desde niveles diferentes. También depende de la región (Andalucía tiene libros gratuitos, en otras regiones hay que comprarlos), pero, básicamente, los docentes debemos elegir los libros apropiados, haciendo un estudio si es necesario y, si no existen los libros que buscamos, exigírselos a las editoriales. Otra opción es crear material propio, pero la falta de tiempo y recursos hace de esta opción la más difícil de conseguir (otro día hablaré sobre este tema). Queda la tercera vía, la que se usa mayoritariamente en los colegios españoles: seguir usando los libros que tenemos.
No es mi opción preferida, desde luego, pero llegados a este punto, también podemos sacarle partido. Entonces, pregunto de nuevo, ¿cómo usamos el libro de texto? Bien, parece claro y evidente que el libro de texto debe ser un recurso más, no el único. No puede ser nuestro “dios”, pero tampoco hay porqué olvidarlo. Podemos usarlo para que los estudiantes busquen, comparen con otras fuentes de información e incluso aprovechar sus ejercicios y algunos de los recursos que vienen en el pack del profesor. Nos puede servir como ejemplo para crear nuestros propios recursos, para extraer los contenidos que se trabajan… En definitiva, es una herramienta más. No la única, no la mejor, pero tampoco es mala.
Resumiendo, el libro de texto tiene que dejar de desempeñar el rol dominante que ha ejercido hasta ahora, pasando de dueño y señor del proceso de enseñanza-aprendizaje a sirviente de los intereses docentes. La mayoría de veces, los extremos no suelen ser buenos, en este caso, tampoco.
Libro de texto sí, libro de texto no: esa es la cuestión
